jueves, 23 de abril de 2009

Espinas de Sant Jordi


Banalización del libro-

Por navidad nos gastamos la paga extra en turrones y marisco. Durante las rebajas de enero nos hartamos de comprar ropa y complementos (no siempre necesarios, por cierto). El 14 de febrero (no sabemos aun muy bien por que), joyas y perfumes. El 19 de marzo, corbatas y manuales de bricolaje. Y ahora, en Sant Jordi, y antes de la invasión de pañuelos de cuello con la nota de “mi mama me mima”, toca consumir “cultura” y best sellers. ¿Para qué? Está claro. A la gente le gusta ir coleccionando en las estanterías los libros comprados ese día, año tras año. Se equivoca cuando cree que somos los libros que tenemos (somos los libros que hemos abierto, que hemos leído) e, ignora que no hay censura cultural más grave que la reducción del libro a un producto de consumo.

No podemos hablar de la banalización del libro en Sant Jordi sin mencionar el papel de su más poderoso enemigo, los medios de comunicación. A ellos sólo les interesan las listas de “los más vendidos” así como las imágenes de las colas más largas para signar libros. En cuanto a las editoriales, no hay duda de que se rigen por criterios puramente mercantilistas: importa vender y no importa qué.

Machismo de tradición-

¿Os habéis preguntado alguna vez el por qué de “a los chicos libros” y a las “chicas rosas”? Pues bien, es el mismo porque de “a los chicos azul” y a las chicas rosa”, “a los chicos coches” y “a las chicas muñecas”, el mismo sexismo con el añadido de que se discrimina claramente a las mujeres: y no, no sean simples y piensen “claro, un libro vale 15 euros y una rosa 3". El verdadero mensaje es mucho más importante: ellas no pueden leer.

domingo, 19 de abril de 2009

Haikus "Kulturales"

Cultura de ignorantes
Que creyendo saberlo TODO,
Desconocen la humildad.

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Cultura de ignorantes
Que creyendo poseer la VERDAD,
Nunca dudan.

viernes, 17 de abril de 2009

Poco pan y pésimo circo


"Al pueblo hay que darle pan y circo".

Así pensaban los emperadores romanos hace 2000 años y así piensan ahora nuestros dirigentes políticos, los empresarios, y los medios de comunicación.
Los poderosos de nuestro tiempo, sin embargo, no ofrecen tanto pan como lo hacían Julio César o Aureliano. Encerrados en su codicia, se limitan a repartirnos unas pocas miguitas sólo para que algún día éstas se conviertan en votos, consumo o audiencia. Miguitas como las de Zapatero cuando promete “regalar” 400 euros a los contribuyentes (envolviendo en papel de regalo el dinero antes retenido) y como las de la Caixa cuando invierte en programas de responsabilidad social que, de paso, le ayudan a desgravar. También nos dan de picotear , Telecinco y Antena 3, cuando en su lucha por demostrar quién es más “altruista”, obsequian a sus espectadores con lujosos coches y miles de euros. Fácilmente saciables, con todo esto, el run-run de nuestras tripas parece cesar. Hasta mañana, cuando, cómo aquel romano al que se le terminaba el trigo, nos damos cuenta que han estado engañando a nuestros estómagos con insustanciosos trozos de levadura y harina.

Y, ¿qué hay del circo?

A diferencia de los romanos, nuestros poderosos ni organizan banquetes gratuitos, ni regalan entradas para eventos. Pero también recurren al ocio. Especialmente en momentos en los que corren el riesgo de ser atacados por las “fieras”. Y, sino, hagan memoria y trasládense 9 meses antes, cuando pese a las evidencias de crisis, Zapatero afirmaba que llegaríamos al pleno empleo, y la victoria en la Eurocopa de la selección española se convirtió en el instrumento del gobierno para amansar al pueblo.
Ahora bien, si hay unos que entienden en el neg-OCIO, éstos no son los políticos, sino los productores de televisión. Ellos, seguidores de la tradición latina de promocionar el ocio para el control y el dominio de las masas, mantienen su privilegiada posición en el diván del liderazgo de audiencia con programas de divertimentos frívolos, zafios y groseros, que conservan la peor eséncia de los espectáculos de circo romanos y de las luchas de gladiadores. Nosotros, desde las gradas en forma de sofá, hartos de las preocupaciones de la vida cotidiana y del estrés del trabajo, vitoreamos y aplaudimos.

Aunque luego nos quejemos del poco pan y el pésimo circo.

miércoles, 1 de abril de 2009

Igual-MENTE insanos

Me atrevo a diagnosticar que el periodista y escritor peruano Jaime Bayly y su homólogo español, Federico Jiménez Losantos, están enfermos. Padecen de hipocondría. Los síntomas son claros: preocupación excesiva por su salud (la de su pensamiento), tendencia a exagerar los sufrimientos reales o imaginarios y temor a vivir la “enfermedad” del otro en las propias carnes.

Que nadie cierre los ojos ante lo que es una evidencia: la ridiculización y la mofa que Bayly y Losantos se dedican a hacer en sus programas a los socialistas y liberales, responden a su enfermiza obsesión por imponer un pensamiento único, el suyo.

Estos dos fascistas intelectuales, temerosos de un posible fenómeno de contagio del progresismo y las pluralidades, no dudan en seguir aquella receta que dice que la mejor defensa es un buen ataque. Así, no sorprende que en la entrevista que el pasado mes de agosto Bayly hizo a Losantos en su programa el Francotirador atacasen con insultos racistas como “chimpancé” y “gorila” a dos fuentes del que consideran el virus izquierdista: Hugo Chávez y Evo Morales. Su exagerado miedo les llevó incluso a frivolizar con la muerte de los socialistas y con la enfermedad de Fidel Castro, al que desearon ver degradarse, victima de un parkinson sin medicación.


Como ven, el “tío terrible de la televisión” y el de la COPE, abusando del poder que concede un micrófono y una cámara, reparten estopa más a siniestro que a diestro, y lo hacen amparándose en esa “democracia y libertad” que sólo predican. Son comunicadores culturales, si. Pero de esa cultura insana fomentada en la maldad y el odio.

Señores, no permitan que la patología de ellos se convierta también en la suya. Hagan como Groucho Marx, quien consideraba la televisión muy educativa: cada vez que alguien la encienda y Bayly o Losantos aparezcan, retírense a otra habitación y lean un libro. Ya saben lo que dice el dicho: mejor prevenir que curar.