domingo, 8 de marzo de 2009

¡Y qué arte!

"Los matadores de toros Paco Camino y José Tomás han decidido devolver la
Medalla de Oro de las Bellas Artes concedidas por el Consejo de Ministros en los
años 2004 y 2007, respectivamente.
Al parecer la decisión la tomaron los dos espadas en un encuentro la semana pasada y argumentan en su misiva que "el concepto Arte del Toreo lo están ustedes degenerando" y que la decisión se ha
tomado "por vergüenza torera, de eso se trata"


Estoy indignada. Me ha costado 20 años entender que el arte es subjetivo, que hasta una cama sin hacer y 6.000 píldoras en una estantería son obras artísticas, y ahora resulta que no todo lo que reluce es arte.

Quizá la actitud de Paco Camino y José Tomás es la del rechazo al arte mediático, al arte que está de moda, que vende. El rechazo al arte que es arte por quién lo hace. O por donde está, o por quién lo tiene, si hablamos del arte tangible.

Dejando aparte el mundo del toreo, se me ocurren varios ejemplos acerca de este concepto actual de arte: la pintura que cuando se descubre que es una falsificación pierde valor, el sillón de cuero que había pertenecido a Ives Saint Laurent y que fue adjudicado por 21.9 millones de euros, o ese cuadro pintado por niños de 2 y 3 años que el programa "el Buscador” de Telecinco coló en la feria de arte ARCO y que el público calificó de obra de arte, muy barata para valer 15.000 euros.

Después de ver este video, parece claro que para mucha gente el simple hecho de exponer un objeto en un museo o galería de arte ya le confiere la categoría de obra de arte. I cuanto más caro es, mejor obra de arte, claro.
Señores, no les descubro nada nuevo: el arte es un negocio. Para las galerías de arte y casas de subastas, como Christie’s o Sotheby’s que especulan más que los urbanistas, y para los compradores, la mayoría millonarios que invierten en arte, sólo porqué eso debe ser uno de los puntos del manual de instrucciones de “cómo se comporta un rico”.

De momento, yo, que cómo Esperanza Aguirre tengo problemas para llegar a fin de mes, y no puedo tener un Miró en el cuarto de baño, me tendré que conformar con coleccionar sellos del mundo y con contemplar aquel cuadro de un tal Cartañà que una vez compré en las Ramblas por 4 de las antiguas pesetillas. Lamentablemente, sólo si algún dia logro ser una periodista reconocida ese cuadro será una "auténtica" pieza de arte.
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