sábado, 2 de mayo de 2009

¿De alcantarilla o de biblioteca?


Las ratas.

Para unos, asquerosas, pestilentes y repulsivas…Para otros, astutas, saludables y prosperas.
Tal vez sea por la forma de los ojos, o quizá por motivos históricos, pero está claro que occidentales y orientales no vemos de igual manera a estos animales de cola larga, orejas grandes y hocico puntiagudo.

Que en occidente las ratas sean sinónimo de suciedad y peligro, puede deberse a las muchas enfermedades (peste bubónica, rabia, tifus…) que siglos atrás propagaron en Europa. También a que durante las hambrunas estos roedores acababan con las cosechas.
Se deba a lo que se deba, las ratas cuanto más lejos de nosotros, mejor. El nazismo lo sabía, y es por eso que intercaló imágenes de hombres, mujeres y niños judíos con piaras de ratas. Su mensaje era evidente: los judíos eran una lacra social y, como a las ratas, había que exterminarlos.

Nuestra musofobía es tal que cuando queremos atemorizar a un niño pequeño le decimos que se irá al cuarto de las ratas o que cuando pretendemos humillar a alguien por su bajeza moral o su tacañería le soltamos “eres un rata”. Nada que ver con aquellas imágenes casi idílicas que los dibujos infantiles nos ofrecen muchas veces de las ratas como aquellos animales ingeniosos que huyen del gato y comen queso emmental. Nada que ver tampoco con la leyenda del ratoncito Pérez o con Remy, el protagonista de Ratatouille, que lejos de ser un ratón que roba y come basura, es un gran Chef.
En los dibujos animados, nosotros, los occidentales, seriamos la abuela con rulos y muy cascarrabias que recorre toda su casa con una escoba en la mano para matar a una rata. Los orientales, en cambio, serian el niño pequeño que a escondidas de sus padres, y por debajo de la mesa, le dan a la rata un poco de su comida.

Y es que en oriente, la rata se venera. En China, por ejemplo, es el primer signo del zodiaco, y en algunas zonas del país la carne de rata se considera toda una delicatessen. En Japón, la rata acompaña a Daikoku, el dios de la riqueza. Y en la India, al dios Ganesh, el de la sabiduría.

Es curioso. De alcantarilla para unos, y de biblioteca para otros...

2 comentarios:

  1. Las ratas, por norma general, nos remiten a todo lo malo. Pero como en todo, hay excepciones.
    Verás, no sólo en Japón, en China o en la India, la rata es venerada. Pues yo conozco a un grupito de jovencitas que alaban el espíritu de las ratitas callejeras. Sí, aquellas ratas que no son ni de alcantarilla ni de biblioteca, sino más bien aquellas que lo son de ferro, de la Autónoma o de fiestas sencillas.
    Supongo que en Occidente también hay cierto amor por este animalito.

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  2. Es curioso como puede variar su concepción de un lugar a otro. ¡Me incluyo en la nueva tipología de ratas del ferrocarril! ;)

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